Ensayo Venezolano: Juan Nuño
Argelia Bravo
Según el Diccionario de la
Real Academia Española (2001), ensayo, es un escrito en el cual un autor desarrolla sus
ideas. En la literatura es una composición escrita en prosa, generalmente breve
y en el cual se expone la interpretación personal sobre un tema. Este se
presenta como una aproximación a un tema
determinado, donde el autor del mismo lleva por una especie de conversación en
la que expone sus puntos de vista y los contrapone a las investigaciones hechas
previamente sobre el asunto a tratar.
Nóbrega (2002), define el ensayo como “un ejercicio de la
libertad que trasciende lo literario. No nos vende una visión magistral de la
realidad, mucho menos un compendio de ideas bien tramadas y enhebradas.".
Con esto queda clara la profunda dimensión subjetiva del mismo, quien
encontrara su máxima inspiración en las percepciones del individuo que lo ha
creado, haciendo de este un espejo de sus sentimientos, gustos y aversiones,
acercándose a la poesía en este sentido, y separándose de ella a través del
lenguaje conceptual y expositivo con el que se teje.
El inicial auge del ensayo debe entenderse como un fenómeno
asociado a la realidad social-histórica de un continente que quería cobrar
total autonomía tanto política como cultural frente a España. Esto explica que
el ensayo moderno aparece sobre todo como necesidad y un instrumento de
búsqueda de la identidad y expresión original de las nuevas naciones. Muchos autores coinciden en señalar
que el origen del ensayo se remonta a los años finales del siglo Siglo XIX. En este período los ensayistas se
dedicaron a reflexionar en torno a la
identidad nacional. El objetivo principal de sus escritos fue el de elaborar las bases ideológicas para fundar
la nación recién independizada.
Expresa Medina (1993) que En
Venezuela, el ensayo se consolida "como forma de expresión de un grupo
homogéneo y literariamente organizado", con los escritores que integraron
la primera generación positivista: José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado, César
Zumeta, Luis Razetti, Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, Samuel
Darío Maldonado, por citar a los más destacados. Todos ellos diversificaron su interés
investigativo por temas típicamente positivistas: la historia natural, la
biología, la antropología, la sociología, economía, política, filosofía, el
derecho y la historia.
Es de destacar que el ensayo es la
expresión donde, tanto el positivismo como el modernismo encontrarán su justo y
verdadero cauce de búsqueda conceptual de identidad nacional. Así pues, si el género del ensayo es
el vehículo por excelencia para expresar
preocupaciones de orden político-social.
Otras características del ensayo
son la variedad y libertad temática, aunándose a la invitación de traspasar las
normas estéticas de presentación de un texto, para convertirlo en una
herramienta de expresión de pensamientos e ideas que no siempre siguen una
secuencia lógica. También es que
es uno de los géneros más modernos y más utilizados actualmente. Puede
contener: Reflexiones, comentarios, experiencias personales u opiniones críticas.
Uno de los representantes del ensayo venezolano es Juan
Nuño, este nació en Madrid, el 27 de marzo de 1927, en una
familia de origen y perfil económico modestos. Primogénito de cuatro
hermanos, se crió en un ambiente ajeno
a actividades e intereses intelectuales o culturales. Nuño, en 1947 decidió
emigrar a Venezuela. La elección de este país como destino, en lugar de México
o Argentina, donde se había radicado la mayor parte del exilio intelectual y
académico español, obedeció a razones económicas: pocos años antes un familiar
suyo se había establecido en Caracas, lo que le garantizaba un destierro, cuando menos en principio, libre de probables tropiezos y penuria.
Estudio la
carrera filosófica con unos contenidos y en un marco docente definidos con
criterios más amplios y actuales. Al obtener la licenciatura en 1951 en la
primera promoción egresada de la nueva facultad, recibió una beca de ampliación
de estudios que le permitió asistir durante un año a los cursos de Lógica impartidos
por David Pears en la Universidad de Cambridge. Y de 1952 a 1953 se instaló en
París, donde cursó estudios de postgrado en la Sorbona, bajo
la dirección de Maurice
Merleau-Ponty A su regreso a Venezuela, a
finales de 1953, se incorporó al equipo docente del Instituto de Filosofía de
la UCV, fundado y a la sazón dirigido por García Bacca. En éste siempre
reconoció Nuño a su maestro, y García Bacca vio en Nuño a su discípulo más
aventajado, al menos en aquellos años, a tal punto que el joven profesor heredó
del maestro su cátedra de Filosofía Antigua.
Nuño hubiese podido ceñir su
ámbito de intereses profesionales a este honorable coto, que ocupó durante dos
décadas. De hecho, desarrolló una carrera académica sin tacha que le llevó a
jubilarse como profesor titulara los 52 años, tras crear (en 1960) y dirigir el
Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia del Instituto (1962-64) que volvió a dirigir de 1975 a 1979 y
fundo la cátedra de Filosofía Contemporánea y Lógica Matemática (1965). Ya
retirado, instauró los primeros estudios de Postgrado en Filosofía de la UCV, con especialización en lógica, análisis del lenguaje y
filosofía de la ciencia.
José Balza expresa Juan Nuño
es “Sarcástico, irónico e implacable al escribir”. La prosa de Nuño exhibe una
sátira casi siempre castigadora, tremendista y burlesca. No se cansa de
hacer notar que lo patético que circunda es sólo el síntoma de una cultura
embobada en la autocomplacencia gratuita. La crítica de Nuño es reflejo de una
franqueza del trato con el mundo, donde se revela siempre una desconfianza y
una cierta hostilidad social que invita, cómo no, a ser prevenidos, precavidos;
que recuerda que la ingenuidad bienintencionada puede estar, muchas veces,
fuera de lugar.
Por ejemplo en la muerte del
ateísmo, Nuño expresa: “En efecto: el
ateo pierde tiempo y esfuerzos tratando de demostrar lo indemostrable: que Dios
no existe. Igual que el creyente racionalista, pues lo mismo es esforzarse en
probar la existencia de Dios que intentar hacerlo con su inexistencia. No hay
que escandalizarse ni pensar que se trata de ningún problema oscuro. Más
sencillo no puede ser…… “La lección es brevísima: nada como el ateísmo para
que florezca la religión, siendo la inversa no menos verdadera: nada como la
religión para despegarse de ella y llegar a pensar por cuenta propia”.
Un juicio es evidente si es
necesariamente verdadero en todo mundo posible y si además se puede comprender
su verdad con sólo comprender sus términos, sin necesidad de demostración. No
se puede negar la existencia de dios. Sin embargo, el ateísmo impulsa las
religiones y estas al ser estudiadas pueden permitir crear conceptos e ideas
propias. La proposición “Dios existe” es un juicio porque la existencia de
Dios coincide con su esencia. Sin embargo dicha proposición no es evidente,
porque no se conoce la esencia de Dios. Esto se prueba sencillamente por la
existencia de personas cuerdas que son ateas es decir, la religión dice que todo
hombre conoce la existencia de la verdad y Dios mismo es la Verdad; además, y todo
hombre conoce la existencia del bien y Dios mismo es el Bien. Sin embargo, es
posible que un hombre no reconozca a Dios como verdad pero tiene ideas claras
de lo que profesa y en lo que cree.
Otro ensayo es La Miseria del
Feminismo donde Juan Nuño dice; “Eso del «feminismo» sólo podrá ser o una
doctrina, con visos de verdad intrínseca, o una ideología, esto es, propaganda
de agitación para algo. Sólo que sucede que si «feminismo» y «machismo» (se supone que el opuesto) fueran
doctrinas, la segunda, el «machismo», es
la única que podría fundamentarse en la ciencia y reclamarse de ella; no así la
primera, el «feminismo»… Parece que no le queda al feminismo sino proclamarse
«ideología», lo que muy sabia o instintivamente no dejó de hacer desde sus comienzos, huyendo de la referencia científica (vuélvase a la Beauvoir) como del
diablo. Por ser tal ideología se sitúa con toda propiedad en esa zona
turbulenta de actitudes poco o nada racionales, cargadas de sentimientos,
creencias, deseos y voliciones. Pese a todo, puede hacerse el esfuerzo racional
de tratar de averiguar qué hay detrás de las posiciones gesticulantes de la
ideología feminista.”
Es la
ideología dominante en la sociedad la que habla de condición femenina, cada vez
que se refiere a las mujeres, remitiendo sencillamente a una explicación
naturalista y, por lo tanto, imposible de ser modificada por la acción humana;
es la ideología la que impide que se denuncie la opresión de las mujeres en
esta sociedad, ya que esta denuncia se remitiría a una explicación política y,
por lo mismo, modificable. Sin embargo, la denuncia de la opresión de las
mujeres es uno de los grandes aportes del feminismo al campo de las ciencias
sociales.
El feminismo debe ser un progreso intelectual,
que debe dejar una marca en todo aspecto de la realidad y del conocimiento. Es
por ello que la elaboración teórica del feminismo es tan importante como el
movimiento feminista en sí (la práctica cotidiana) ambos deben tender a una
revolución del conocimiento.
Referencia
Bibliográfica
BACCA, GARCÍA, J (1966), Filosofía y lenguaje en Ensayos. Editorial Grijelmo. Barcelona.
MEDINA J. (1993), Noventa Años de Literatura Venezolana: (1900-1990), Monte Avila Editores. Caracas.
NUÑO, Juan
(1990), Ensayos Polémicos, Recopilación y revisión de la edición digital: Miguel Zavalaga Flórez (2012).
Caracas.
Real
Academia Española (2001). Diccionario de
la Lengua Española (22a ed.). Real Academia Española. Madrid.
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